Quimeras:

Me encuentro caminando una calle conocida, cruzando una esquina que ya he cruzado muchas veces, ¿para que?, entonces lo se…ahí esta ella, como tantas veces antes, esperándome con una sonrisa y una ternura en la mirada que siempre me devuelve la vida al cuerpo, cruzo…y todo se pone oscuro.

Ahora en la montaña, escalando, como tantas veces lo hicimos, lado a lado, a veces más adelante que los demás por que ellos a veces tenían miedo, nosotros más que no tener miedo teníamos mucha arrogancia y esa irresponsabilidad característica de los adolescentes, volteo para ver…y al fondo el abismo oscuro.

Ahora solo, quien sabe donde, pero con un sentimiento de tranquilidad en mi interior, un sentimiento tan bueno como una luz que alumbra todo tu ser y a todos los que te rodean, felicidad creo que le dicen, siempre me pregunte como se sentiría…ahora lo se, quiero compartir este sentimiento, doy un paso…y caigo a la oscuridad.

Despierto en mi cuarto, 5 o 6 de la mañana, no lo se, pero ya asoma algo de luz por la ventana, como siempre todo era un sueño…esquirlas de una vida pasada o de una vida anhelada…otra lagrima, y ese sentimiento de impotencia ante la vida y ese mal llamado destino (en el cual no creo) que juega con cartas marcadas.

Como diría Baudelaire; “Cada cual con su quimera”, pero creo que ya es suficiente, ¿Cómo desconectar ese mundo “irreal” de nuestra realidad, si ese mundo “irreal” se siente mejor que la vida misma?.

En fin, opciones para esos momentos no hay, tal vez solo un cambio de actitud y algo de valor y fuerza para sobrellevar estos momentos, pararse ante la vida y como diría Julián Crispado; “Venga pues hermanito”.